Jueves 18 de abril de 2024.- San Pedro de Atacama se prepara para recibir la tercera versión de la Fiesta de la Vendimia los días 27 y 28 de abril de 2024. Esta festividad es una celebración para finalizar la cosecha de uvas y destaca los 7 vinos que presenta la Cooperativa Lickanantay-Viñateros de Altura Ayllu. El evento reunirá gastronomía, artesanía, artistas locales y vinos del territorio, creando una experiencia cultural única.
El Parque Tumisa, frente al Pueblo de Artesanos, será el espacio que albergará la Fiesta de la Vendimia, con una feria costumbrista, gastronomía, clases de cata de vinos, elección de la Lickau de la vendimia, artistas locales y entre otras cosas.
Los viñateros de la región continúan superando sus propias marcas año tras año. En 2022, obtuvieron 20 toneladas de uva de los terruños de Toconao, Quitor, Puques, Zapar y Socaire, permitiendo que la cooperativa expanda su alcance a mercados internacionales, participando en competiciones mundiales como los mundiales de vinos blancos, extremos y Prowine en Alemania.
Wilfredo Cruz, gerente general de la Cooperativa, destaca que “la producción en la cuenca del Salar de Atacama se destacará mundialmente como un vino que solo el desierto puede lograr, porque expresa una historia con valor patrimonial y elaboración sustentable”. La Cooperativa Campesina Lickanantay-Viñedos Ayllu, fundada en 2017, ha crecido de 15 socios fundadores a 36 asociados, trabajando arduamente para lograr este reconocimiento.
El evento cuenta con el apoyo de la Municipalidad de San Pedro de Atacama, la Fundación de Cultura y Albemarle, que trabajan para que productores locales y servicios de gastronomía tradicional sean parte de esta actividad cultural.
Puedes obtener tu ticket para la cata de vinos en store.ayllu.wine o comprarlo presencial los días de la Vendimia.
Es un ícono cultural que combina historia, arte y naturaleza. Sus construcciones de adobe y piedra son la puerta de entrada a las maravillas del altiplano. La iglesia de San Pedro, con retablos coloniales, y el cementerio con vistas espectaculares, reflejan la historia y diversidad cultural. El Pukará de Quitor simboliza la resistencia atacameña.
A 2,800 metros, combina historia y naturaleza con viviendas de adobe y piedra. La iglesia de San Roque, del siglo XVIII, y el cementerio con vistas al Salar de Atacama son espacios de reflexión y conexión con tradiciones funerarias. Peine también es ideal para descubrir misterios arqueológicos y paisajes naturales, destacando la agricultura en terrazas y la producción de quinua.
En el paisaje andino, presenta terrazas agrícolas que desafían la aridez del altiplano. Las construcciones de piedra volcánica y adobe reflejan la adaptación ingeniosa de sus habitantes. La iglesia de San Bartolomé, con retablos coloniales, y el cementerio con vistas panorámicas destacan la conexión con el entorno. Socaire es un punto de partida para explorar el Salar de Atacama.
Un pintoresco pueblo con construcciones de adobe y techos de paja, destaca por su iglesia del siglo XIX con arte sacro y un cementerio a 3,800 metros de altitud, adornado con flores y objetos personales. Rodeado de montañas, ofrece paisajes espectaculares y rutas de senderismo. Sus festividades, como la fiesta patronal de San Antonio, reflejan la rica tradición y fe de la comunidad.
A 4,200 metros, Talabre ofrece vistas majestuosas del volcán Lascar y otros picos andinos. Sus tradiciones agrícolas y pastoriles perduran en un entorno desafiante. La capilla local es el centro de la comunidad, y las rutas hacia los campos de lava del volcán Lascar atraen a los aventureros.
Con sus construcciones de piedra liparita, transforma un entorno árido en un oasis agrícola. La iglesia de San Lucas y el cementerio elevado son emblemáticos del pueblo. La producción de vino artesanal y la Vendimia muestran la conexión de Toconao con la tierra. El Valle de Jere resalta la riqueza agrícola en contraste con el desierto circundante.
A 3,900 metros, es un pequeño poblado donde piedra volcánica y adobe se combinan en viviendas duraderas. Rodeado de cactus y formaciones rocosas, el pueblo mantiene ritos ancestrales. Su capilla sencilla y el cementerio pequeño honran a los difuntos, y las festividades celebran la conexión con la naturaleza desértica.
Situado a 3,800 metros de altitud, Matancilla muestra la adaptabilidad humana con sus construcciones de adobe y piedra. Las técnicas ancestrales en viviendas con techos de caña y barro reflejan la capacidad de sus habitantes para prosperar. Este pueblo, centro agrícola y espiritual, conserva tradiciones vivas en su capilla y cementerio.
Un bastión agrícola en un paisaje árido, ha evolucionado a lo largo de los siglos. Las construcciones de piedra y adobe con techos de paja resisten el tiempo, y la iglesia local, uno de los templos más antiguos, refleja la arquitectura colonial del siglo XVIII. El cementerio en la colina y el río que cruza el pueblo son vitales para la comunidad y sus campos.
A 4,000 metros sobre el nivel del mar, Machuca destaca por su arquitectura de adobe y techos de paja de ichu, preservando las tradiciones ancestrales. Este enclave andino, fundamental en las rutas de pastoreo y comercio atacameñas, es famoso por su legado cultural. La iglesia de San Santiago del siglo XIX y el cementerio con vistas al altiplano narran la resistencia de la comunidad a lo largo del tiempo.